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Mostrando entradas de septiembre, 2018

El bosque

Un día, entré en un bosque. Los bosques son todos iguales. Al principio ves sólo un par de árboles, y te acercas, confiado. Pero según vas avanzando la vegetación se vuelve más densa, y cuesta muchísimo encontrar la salida. Llevaba ya más tiempo del que puedo recordar dando vueltas entre los árboles cuando escuché un sonido que me llenó el corazón. Era el canto de un pájaro. Sonaba como la canción preciosa de los tuis en Nueva Zelanda, pero a mí me hizo pensar en un ave del paraíso. Naturalmente, ella estaba un poco más allá, en un claro del bosque. Cuando llegué estaba cantando a pleno pulmón, pero se calló nada más verme. Por un momento pareció que estaba casi tan sorprendida como yo por su descubrimiento, aunque nunca más volví a tener esa sensación después de aquel día. Con cuidado, me acerqué hasta ella y le ofrecí mi mano. Ella la tomó, y hasta se mostró dispuesta a seguirme, pero no rompió su silencio. Aquello me hizo pensar en el poema de Pablo Neruda: à Veinte