Oda al mar
¡Que sólo estás, mar!
Envuelto en tu visión de grandeza.
¡Que sólo estás sin saberlo!
El eterno movimiento que envuelve a tus olas
es también una eterna tristeza.
¿No habrán tus aguas de descansar en alguna orilla?
He intentado asomarme a tu playa.
Bajar las estrellas a las aguas para ti.
Pero tú, eterna insistencia, prefieres las olas que giran,
y tus aguas no descansan en ninguna orilla.
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