Reflexión
La vida es como caer un día en la parte
alta de un valle. Puedes mirar hacia abajo y ver como es el curso del valle,
que es como las cosas que van a suceder en tu vida. No sabes exactamente cómo
va a ser, pero puedes hacerte una idea por lo que marcan tus preferencias y la
sociedad del momento en el que vives.
El valle es estrecho, de paredes altas y
verticales, por lo que tu única opción es caminar hacia adelante. Y así, poco a
poco, vas avanzando. Es un valle de una gran pendiente, por lo que tampoco
puedes retroceder. Lo único que puedes hacer es caminar hacia adelante y sin posibilidad
de volver atrás.
A lo lejos la salida del valle es como la
muerte. Puedes verla, es tu horizonte, y
sabes que caminas irremediablemente hacia ella. No puedes ver más allá, sólo la
boca del valle abriéndose a la inmensidad.
LA PERSPECTIVA DE CUADROS IMPRESIONISTAS
Existen unos cuadros muy curiosos que
fueron hechos sobre todo por los grandes pintores franceses del siglo XIX.
Cuando los miras desde la distancia se ven
muy detallados, en general representando paisajes en armonía que te incitan a acercarte
más y más. Pero cuando lo haces se descubre un cuadro desfigurado y en conjunto
muy simple.
Yo, que apenas estoy empezando a recorrer
mi valle, me he dado cuenta de lo bien que estos cuadros representan un aspecto
de la vida. Imaginemos una gran cascada, que en este caso puede representar,
por ejemplo, el amor. Vista desde lo alto, la cascada se presenta bellísima, el
agua rompiéndose en miles de gotitas que brillan bajo el efecto del Sol. Cuando
empiezas a bajar la pendiente comienzas a sospechar, ya no tiene ese brillo tan
especial. Y cuando llegas frente a la cascada la perspectiva es totalmente
distinta, el agua se ha vuelto monótona ahora que no tiene el reflejo del Sol.
¿No es interesante descubrir si el valle
entero está lleno de cascadas decepcionantes?
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